viernes, 6 de abril de 2012

De vuelta al cotorreo

Queremos invitar a todos a que sigan participando en nuestro cotorreo científico, desafortunadamente la plática previa a las vacaciones tuvo que ser cancelada por las condiciones climatológicas, seguramente recordaran la tormenta que acaeció en tal funesto día. 

Nuestro plan de contingencia para tales sucesos consiste, como todo buen plan, en la prevención de tal situación. Así pues les pedimos a todos que se unan a nosotros y crucen los dedos para esperar que no llueva. En la misma línea de pensamiento les pedimos que se vengan con paraguas, como todos bien saben no llueve cuando salen con paraguas. Si todo eso fallase los esperaremos en la planta baja del Amoxcalli. 



Esperamos que todos hayan tenido vacaciones satisfactorias, ya sea por que salieron de viaje, durmieron 12 horas al día o lograron avanzar con los deberes escolares que oprimían su existencia. Nos unimos al infortunio de aquellos que tuvieron que ir a trabajar toda la semana, pero esperamos que que sirva de consuelo oír que el autor de esta entrada tiene que ir a la oficina este domingo en un horario sumamente inusual.

Les recordamos a todos los que quieran dar una plática que nos envíen un correo a cotorreocientifico@ciencias.unam.mx con su nombre, carrera, título de la plática, un breve resumen y una fecha tentativa. A vuelta de correo les confirmaremos la fecha de su plática. 

¡Ahora aceptamos propuestas! Así es, nuestra red de cotorreros ha crecido lo suficiente como para abarcar una variedad de distintos tópicos. Así que si tienes curiosidad por algún tema en específico podemos encontrar alguien que pueda explicarlo. 

Queremos hacer énfasis en el hecho de que el objetivo de todo esto es conversar y hacer cuates. Una de las experiencias más gratificantes que el autor ha vivido es la de encontrar amigos donde no esperaba encontrar a nadie. Salir al interior de la república (¿oxímoron?) y viajar en el mismo avión que una alumna a la cual le diste clases hace más de tres años. Caminar por la calle en el extranjero y ver un colega de la facultad en un país extranjero. Que te llamen por tu nombre mientras arrastras tu maleta intentando encontrar a tu asesor en un edificio de un instituto extranjero en el que jamás has estado y en el que no has pasado ni treinta minutos. Reconocer esa voz como la de un viejo amigo al cual viste por última vez hace tiempo en un lejano país, el cual era foráneo para los dos, y que ahora los dos se vuelven a encontrar en otro país foráneo para los dos.  

La lección es sencilla: ¡hay que cotorrear! 

Iker de Icaza.

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